miércoles, 26 de agosto de 2009

ECO de Escritura Académica - Segundo Ejercicio

A partir de los siguientes fragmentos de los textos de V. Voloshinov, incluidos en el material de estudio del E.C.O., elabora una definición completa del concepto de SITUACIÓN. Intenta no realizar una copia literal y recuerda que no tienes por qué utilizar toda la información disponible en los fragmentos citados.

“Lo que hemos designado con el término situación no es otra cosa que la realización efectiva, en la vida real concreta, de alguna de esas relaciones de comunicación social. Pero toda situación, en la medida que produce un enunciado, supone necesariamente la intervención de uno o más locutores. Esto es evidente. Llamaremos pues auditorio del enunciado a la presencia necesaria de quienes forman parte de una situación dada.
Todo enunciado de la vida cotidiana se compone de una parte verbal expresada y de una parte extra-verbal no expresada pero sobreentendida y formada por la situación y el auditorio. Si no se toman en cuenta estos últimos elementos, el enunciado no puede ser comprendido…” (La estructura del enunciado, I).
“Todo enunciado puede ser considerado como constituido por dos partes: una parte verbal y otra extra-verbal. (...) Los tres aspectos sobreentendidos forman la parte extra-verbal del enunciado: el espacio y el tiempo del acontecimiento, el objeto o tema del enunciado (de lo que se habla) y la posición de los interlocutores cara a cara (la evaluación). Convengamos en designar al conjunto que forman con el término situación…” (La estructura del enunciado, II).
“¿Cómo se relaciona este horizonte extraverbal con el discurso verbal; lo no dicho, con lo dicho? Ante todo, está completamente claro que el discurso no refleja en absoluto la situación extraverbal tal como el espejo reflejaría un objeto. (…), el discurso más bien resuelve la situación, por decirlo así, hace su balance evaluativo. El enunciado real mucho más frecuentemente prolonga y desarrolla activamente la situación, bosqueja el plan de la actividad futura y la organiza. (…) Por lo tanto, la situación extraverbal no es de ninguna manera sólo una causa exterior del enunciado y no actúa sobre él desde fuera (…). No, la situación entra en el enunciado como una parte integrante necesaria de su constitución semántica. Por consiguiente, el enunciado real en cuanto totalidad semántica se compone de dos partes: 1) de la parte realizada (o actualizada) verbalmente; y 2) de la parte sobreentendida…” (El discurso en la realidad y el discurso en la poesía, p. 204-205).
OBSERVACIÓN IMPORTANTE: frente a cualquier ambigüedad o dificultad de interpretación, pueden consultarse los textos completos en el material de cátedra.

ECO de Escritura Académica - Primer Ejercicio

Redacta un texto que reúna y organice de manera coherente las siguientes definiciones del concepto “ideología”:

* “toda práctica de producción social de significados” (V. Voloshinov, lingüista).

* “imagen falsa o parcial de la realidad, que expresa indirectamente los intereses económicos de un grupo o clase social” (K. Marx, filósofo y sociólogo).

* “sistema de creencias, representaciones y ‘estados de ánimo’ adscribible a un grupo social determinado” (R. Williams, sociólogo).

* “cosmovisión o visión del mundo; forma de ver las cosas de un individuo o un grupo” (diccionario).

* “sistema de ideas u opiniones políticas, o acerca de la cosa pública, que sustenta el accionar de un partido o gobierno” (sociología norteamericana).

* “nivel de significación, presente en cualquier mensaje o texto bajo la forma de un conjunto de connotaciones” (E. Verón, semiólogo).

ORGANIZADORES DE DISCURSO

Los organizadores del discurso son unidades lingüísticas (palabras o frases) que permiten establecer RELACIONES entre oraciones o entre párrafos de un texto escrito, desde el punto de vista de su significado y desde el punto de vista del plan de redacción que articula dicho texto.
Los organizadores del discurso más comunes son los siguientes:

Ø De comienzo de texto:

En principio, …
En un primer momento, …

(comienzo absoluto) A veces, es mejor iniciar el texto de manera directa, sin recurrir a ningún tipo de organizador.

Ø De enumeración
(si el tema a desarrollar incluye varios aspectos o características):

En primer lugar, …
En segundo lugar, …
Por último, …
Finalmente, …
En último lugar, …


Ø De correlación
(se utilizan para poner en relación dos ideas contrarias, contradictorias o complementarias):

Por un lado, … / Por otro lado, …
Por una parte, … / Por otra parte, …


Ø Adversativos
(indican que lo escrito a continuación se opone de alguna manera a lo que ya ha sido dicho; sirven para mostrar “pros” y “contras” de una idea particular):

En cambio, …
Sin embargo, …
Ahora bien, …
No obstante, …


Ø De refuerzo
(su uso se recomienda cuando el escritor necesita introducir datos o ideas que refuerzan una idea principal enunciada previamente):

Por supuesto, …
Asimismo, …
Del mismo modo, …
De la misma manera, …
En este sentido, …

Ø De causa / consecuencia
(estos organizadores establecen una relación de causa / consecuencia entre dos frases, dos oraciones o dos párrafos seguidos; se incluyen o se escriben entre una oración o párrafo, la “causa”, y la otra oración o párrafo, la “consecuencia”):

Así, pues, …
De este modo, …
Por lo tanto, …
Por consiguiente, …
En consecuencia, …
De esta manera, …


Ø De simultaneidad
(señalan que dos oraciones o dos ideas o dos párrafos aluden a un mismo hecho o a un mismo tema por igual):

Mientras tanto, …
Al mismo tiempo, …
A la vez, …

Ø De cambio de tema o “relevo”
(se trata de organizadores que anuncian que el texto va a tomar, a partir de ellos, otra dirección temática; es decir, que se va a hablar de un tema o subtema o concepto diferente al que viene siendo desarrollado):

Respecto de … (no lleva coma)
En relación con … (no lleva coma)
Con respecto a … (no lleva coma)
Desde otro punto de vista, …

Ø De cierre (sirven para recapitular todo lo dicho y concluir el texto):

En conclusión, …
Para finalizar, …
En fin, …
Para terminar, …
En síntesis, …
En resumen, …


OBSERVACIONES:

Salvo los casos señalados expresamente, el organizador del discurso se separa del resto de la oración mediante el uso de comas.

  • Los organizadores del discurso constituyen una lista abierta de términos y frases hechas; en la escritura de un texto, el redactor debe privilegiar la variedad en su uso (no repetir siempre el mismo organizador) y debe evitar el abuso de tales elementos (no corresponde utilizar un organizador para cada frase).

domingo, 5 de julio de 2009

Plan de Investigación - Un ejemplo más

El siguiente es un Plan de Investigación de Post-Doctorado en Didáctica de la Literatura, cuya autora es la Dra. Analía Gerbaudo, de la UNL. Presten atención a que el Proyecto sólo plantea cuatro ítems: los "Objetivos" (que incluyen el Problema de investigación), los "Antecedentes" (lo que en nuestro Plan es el Marco Teórico o "Estado de la cuestión", junto a una extensa bibliografía), las "Actividades y metodología" de la investigación (las herramientas, digamos, de recolección de datos) y la "Factibilidad" (ya que se trata de una investigación financiada).
Lo importante es que uds., como alumnos del ECO, se apropien de la retórica de un plan de investigación: vean cómo se redacta el problema y los objetivos, cómo se comienza y se organiza en párrafos (según los conceptos fundamentales) el Marco Teórico, etc.
Va el Plan de Investigación, a continuación:

1) OBJETIVOS
El objetivo general de la investigación es estudiar el ingreso de un conjunto de teorías que revisan el programa ¨lingüisticista¨ de los años 60 para relevar especialmente las que se importan desde el campo de la teoría y la crítica literarias en diferentes puntos históricos de inflexión correspondientes al período comprendido entre los años 1960-2004. Específicamente procura i) relevar las teorías que se importan en el campo de la teoría y la crítica literarias en el período recortado; ii) especificar el modo en que se produce dicha importación; iii) determinar sus efectos en el mencionado campo; iii) precisar las derivaciones teóricas y epistemológicas de esta transculturación de teorías para el estudio de la literatura en el nivel superior universitario.

2) ANTECEDENTES
El proyecto que presentamos se propone llevar a cabo una lectura de la importación de teorías que revisan el legado estructuralista en Argentina, en diferentes momentos situados entre 1960 y 2004, circunscribiendo el amplio universo de relaciones de circulación y recepción (Verón, 1987) al espacio universitario. El recorte temporal no es arbitrario y la selección de los momentos clave del análisis es parte de las estrategias de indagación: decisiones apoyadas en resultados de otras investigaciones (Sarlo, 2001; Puiggrós, 1996, 2003; Ben Plotkin, 2003; Oviedo, 1999; Tarcus, 1999; Crespo, 1999). Cabe destacar que para el análisis de la discusión del proyecto estructuralista en Argentina es importante relevar las importaciones que se producen ya en la década del 60, por ejemplo, con la introducción de textos del grupo Tel Quel (Crespo, 1999), en cruce con la lectura de la ¨transculturación¨ (Pratt, 1992) de teorías que se genera hacia mediados de los 80 con la apertura democrática y el regreso de intelectuales, investigadores y profesores argentinos exiliados que ¨ingresan¨ al país teorías (estrictamente ¨literarias¨ -cf. Culler, 1997- así como lingüísticas, sociológicas, filosóficas, psicoanalíticas) que promueven nuevos modos de pensar la literatura y el lenguaje en general. En relación a los puntos históricos de inflexión, señalamos los años 1965-1966, 1973-1974, 1982-1983, 1995-1996 y 2000-2004[1].
Los antecedentes teóricos más importantes de este trabajo se encuentran en la producción de Romano Sued de quien tomamos las categorías de base que emplearemos para nuestro análisis (junto a otras categorías operativas iniciales a las que hacemos referencia en esta breve presentación al dar cuenta de nuestras decisiones, hipótesis, etc.) así como las síntesis parciales derivadas de sus investigaciones. En relación a las categorías, recuperamos el concepto de ¨traducción de teorías¨ (Romano Sued, 1999, 2000, 2003a, 2003c, 2005) dada la compleja trama desde la cual piensa el problema. Complejidad que está dada por los aspectos que tiene en cuenta a la hora de analizar las ¨migraciones teóricas¨ (Bhabha, 1993): las relaciones disciplinares, las pugnas entre las comunidades académicas, las políticas de administración del saber, las ¨cohabitaciones epistemológicas¨, el lugar de recepción de las teorías como marca a atender en el análisis del tráfico categorial, etc. En su categorización, sostiene: ¨hablamos ... de la traducción, no solamente entendida en el sentido restricto de la permutación lingüística de vocablos, sino en el sentido más complejo de aduana de modelos, ideas, enunciados, formas retóricas en el debate de los textos y en los usos del vivir.¨ (Romano Sued, 2003c: 159). Sus formulaciones permiten derivar las consecuencias políticas de la transculturación de teorías a partir de una lectura epistemológica: ¨(...) este modo de tratar con los flujos discursivos, puede asimismo echar luz sobre la consolidación de la tradición, de la memoria y de la historia cultural.¨ (Romano Sued, 2003c: 161).
Anticipamos que recuperamos las síntesis parciales realizadas por Romano Sued y su equipo en el tema que nos ocupa. Puntualmente retomamos sus estudios de la circulación de determinadas líneas teóricas en la crítica nacional (cf. Romano Sued, 2003b; Patiño, 1999, 2003). Investigaciones a las que también se suman las realizadas desde otros centros de investigación, por ejemplo, desde la Universidad Nacional de La Plata (cf. De Diego, 2001, Vulcano, 2000).
Otro antecedente importante lo constituyen las investigaciones que reconstruyen la conformación del campo de la teoría y la crítica en nuestro país (cf. Jitrik, 1999; Rosa, 1999, 2002, 2003, Panesi, 1998, 2000, 2001a, 2001b). De las investigaciones citadas, recuperamos desde el plano teórico especialmente las producciones de Panesi de las que tomamos las categorías ¨operaciones¨ (Panesi, 1998) y ¨protocolos¨ (Panesi, 2001a).
Finalmente, como antecedentes propios, citamos los resultados de dos investigaciones. La primera: la Tesis de Maestría en Didácticas Específicas[2]. La segunda: la tesis enmarcada en el Doctorado en Letras Modernas de la UNC.[3] El proyecto que aquí ponemos a consideración retoma líneas abiertas en la primera investigación, profundizadas asimismo en la tesis de doctorado y reinsertas ahora en el campo de los estudios superiores.
Dado el enfoque propuesto, este proyecto aprovecha el espacio de una zona de vacancia. Creemos que en la agenda de los estudios teóricos de la literatura de los últimos años se ha desatado una ¨polémica¨ (Panesi, 2003) respecto de la transculturación de teorías que resulta relevante analizar: el cuestionamiento de la importación acrítica de los estudios culturales (cf. Camblong, 2002), el debate respecto de cuáles son las miradas epistemológicamente potentes y el modo en que han ingresado al campo (cf. Panesi, 1996, 2000, 2001b, 2003, 2004ª, 2004b; Sarlo, 2003), la crítica a diferentes ¨protocolos¨ de la crítica (cf. Ludmer, 2001; González, 1999), la lectura cáustica de los procesos de recepción de ciertas teorías europeas (González, 2002), etc., se recuperan en este trabajo de revisión de revisión teórico-epistemológica del ¨archivo¨ (Derrida, 1995).

Bibliografía citada (se consigna sólo la mencionada en este plan de trabajo)
Ben Plotkin, M.: (2003) Freud en las pampas, Bs. As., Sudamericana.
Bhabha, H.: (1992) The location of Culture, New York, Routledge.
Camblong, A.: (2002) ¨Palpitaciones cotidianas en el corazón del Mercosur¨, Ponencia presentada en el V Congreso Internacional de Semiótica, agosto de 2002, Bs. As. (mimeo).
Culler, J.: (1997) Breve introducción a la teoría literaria, Barcelona, Crítica, 2000.
Crespo, H.: (1999) ¨Poética, política, ruptura¨ en Jitrik, N.: (1999)
De Diego, J.: (2001) ¿Quién de nosotros escribirá el Facundo? Intelectuales y escritores en Argentina (1970-1986), La Plata, Ediciones Al Margen.
Derrida, J.: (1995) Mal d’archive. Une impression freudienne, Paris, Galilée.
González, H.: (1999) Restos pampeanos. Ciencia, ensayo y política en la cultura argentina del siglo XX, Bs. As., Colihue.
(2002) Retórica y locura. Para una teoría de la cultura argentina, ¨Metafísica, ironía y ‘lectura loca’ en Macedonio Fernández¨, ¨Existencia y simulación: de José Ingenieros a Sartre¨, ¨La idea de muerte en Argentina¨, ¨Para una teoría de la cultura argentina¨, Bs. As., Colihue.
Jitrik, N.: (1999) Historia crítica de la Literatura Argentina, Tomo 10: Cella, S. (ed), La irrupción de la crítica, Bs. As., Emecé.
Ludmer, J.: (2001) ¨El lugar de la resistencia¨ (entrevista a Ludmer por María Moreno en Radar libros (Página 12), 7 de octubre, Bs. As.
Oviedo, A.: (1999) ¨Una vanguardia intempestiva: Córdoba¨ en Jitrik, N.: (1999)
Panesi, J.: (1989) ¨Enrique Pezzoni, profesor de literatura¨ en Panesi, J.: (2000)
(1996) ¨La caja de herramientas o qué no hacer con la teoría literaria¨, Conferencia dada en el marco del Primer Congreso Internacional de Profesores, Santa Fe, FHUC–UNL (mimeo).
(1998) ¨Las operaciones de la crítica: el largo aliento¨ en Panesi, J. y otros: (1998) Las operaciones de la crítica , Rosario, Beatriz Viterbo.
(2000) Críticas, ¨La crítica argentina y el discurso de la dependencia¨, ¨Política y ficción o acerca del volverse literatura de cierta sociología argentina¨ en Críticas, Bs. As., Norma.
(2001a) ¨Los protocolos de la crítica: los juegos narrativos de Tamara Kamenszain¨ en Boletín / 9, Rosario, UNR.
(2001b) ¨Acerca de una frase desdichada (y sobre la desdicha de no tener polémicas)¨, comunicación leída en el 1er. Congreso Internacional CELEHIS de Literatura, Mar del Plata, diciembre de 2001 (mimeo)
(2003) ¨Polémicas ocultas¨ en Boletín/11, Rosario, UNR.
(2004ª) ¨Hegemonía, excepciones y trivialidades en la crítica cultural argentina¨, comunicación leída en el IV Congreso Internacional de Teoría y Crítica Literaria, Rosario, UNR, agosto de 2004 (mimeo).
(2004b) ¨Lo ilegible¨, comunicación leída en el 2do. Congreso Internacional CELEHIS de Literatura, Mar del Plata, noviembre de 2004 (mimeo)
Patiño, R.: (1999) ¨Discursos teóricos y proyectos intelectuales : Punto de Vista y la introducción de Raymond Williams y Pierre Bourdieu en la Argentina¨ en etc, nº 10, Córdoba, Alción.
(2003) ¨Intelectuales, literatura y política: reformas de la tradición en las revistas culturales argentinas de los noventa¨ en AAVV Umbrales y Catástrofes.Literatura argentina de los ’90, Córdoba, Epoké.
Pratt, M.: (1992) Ojos imperiales, Bs. As., UNQ, 1997.
Puiggrós, A.: (dirección.) (1996) Dictaduras y utopías en la historia reciente de la educación argentina (1955-1983), Bs. As., Galerna.
(2003) Qué pasó en la educación argentina, Bs. As., Galerna.
Romano Sued, S.: (1999) ¨Traducción de teorías y conformación de identidades discursivas y culturales¨ en etc, Nº 10, Córdoba, Alción.
(2000) La traducción poética, Córdoba, Nuevo Siglo.
(2003a) Travesías. Estética, poética, traducción, Córdoba, e-books de Fondo Cultural Ediciones.
(2003b) ¨Retóricas de la resistencia y mitos de la nación: Restos Pampeanos, de Horacio González¨ en AAVV Umbrales y Catástrofes.Literatura argentina de los ’90, Córdoba, Epoké.
(2003c) “Mundos, textos, lenguas: identidad latinoamericana y traducción” en El Hilo de la Fábula, nº 2, Santa Fe, UNL.
(2005), Consuelo de Lenguaje. Problemáticas de Traducción, Córdoba, Ferreyra Editor.
Rosa, N.: (ed.): (1999) Políticas de la crítica. Historia de la crítica literaria en la Argentina, Bs. As., Biblos.
(2002) Historia del ensayo argentino. Intervenciones, coaliciones, interferencias, Alianza.
(2003) La letra argentina, Bs. As., Santiago Arcos Editor.
Sarlo, B.: (2001) La batalla de las ideas (1943-1973), Bs. As., Ariel.
(2003) ¨Los estudios culturales y la crítica literaria en la encrucijada¨ en Lulú Coquette, Revista de didáctica de la lengua y la literatura, año 1, nº 2, Bs. As., El Hacedor.
Tarcus, H.: (1999) ¨El corpus marxista¨ en JItrik, N.: (1999)
Vulcano, L: (2000) ¨Crítica, resistencia y memoria en Punto de vista. Revista de la cultura¨ en Orbis Tertius, nº 7, La Plata, Ediciones Al Margen.

3) ACTIVIDADES Y METODOLOGÍA
En términos generales este proyecto se sustenta en una metodología cualitativa de tipo exploratoria. En términos específicos, entendemos que intentar ¨reconstruir algunos de los movimientos que las teorías del campo literario registran desde las rutas de importación y recepción en el circuito universitario es recorrer las bibliografías curriculares¨ (Romano Sued, 2003c: 167). Este supuesto opera en la determinación de las etapas del proyecto ya que ordenamos las búsquedas en diferentes secuencias seleccionando qué objetos estudiaremos en cada una de ellas de modo de poder contar con síntesis parciales que nos permitan luego analizar las derivaciones teórico-epistemológicas de las operaciones de pasaje registradas. Circunscribimos este relevamiento a los puntos de inflexión señalados en el ítem 2, empleando en algunas instancias rudimentos del estudio bibliométrico para el procesamiento de los datos.
La primera etapa de la investigación se circunscribe a un relevamiento de materiales. Actualizaremos los datos y materiales con los que contamos en función de que nos permitan realizar el proyecto que proponemos. Para ello deberemos considerar no sólo los materiales sobre los que centraremos nuestro análisis (revistas especializadas, cuadernos universitarios de extensión de cátedra o de avances de investigaciones de universidades nacionales[4], publicaciones del campo disciplinar circulantes en diferentes formatos-libros, CDrom, etc.-; traducciones de textos específicos, revisión de la agenda temática de los congresos de la especialidad, oferta de cursos de postgrado específicos propuestos por universidades nacionales, programas de cátedra de ¨Teoría y crítica literarias¨ y/o de ¨Metodología de la investigación literaria¨, ¨Teoría y crítica¨, ¨Análisis literario¨ de universidades nacionales[5], tesis de postgrado realizadas sobre estudios de la literatura y marcos categoriales en uso) sino también los resultados de investigaciones que nos permitan reconstruir aspectos parciales del problema sobre el que se centra nuestro trabajo. Ordenamos los materiales en cuatro bloques en relación con cuatro etapas de trabajo. Tiempo estimado: 6 meses
La segunda etapa selecciona un primer bloque de materiales para el análisis: estudiaremos el tráfico de teorías que se registra en la producción teórica y crítica nacional de la que dan cuenta las revistas académicas especializadas y los resultados de avances de investigaciones presentados en diferentes formatos. Esta decisión está sostenida en una hipótesis: entendemos que las presentaciones circulantes en determinados objetos de circulación académica permiten controles epistemológicos fuertes que nos ayudarán a visualizar un primer estado general de la cuestión, al menos en sus líneas dominantes. Tiempo estimado: 6 meses.
La tercera etapa selecciona un segundo bloque de materiales: analizaremos qué textos teóricos han sido traducidos por miembros de la comunidad de teóricos y críticos que ejercen su oficio en Argentina. Esta decisión está sostenida en una hipótesis: entendemos que la opción de traducir está marcada por un interés en el objeto que se traduce, permitiendo leer una filiación teórica y la probable apertura de una línea de trabajo en la comunidad académica, especialmente tomando en consideración el espacio institucional en el cual está inserto el traductor y también el formato en el que el texto traducido circula (editorial prestigiosa, versión en mimeo, texto disponible en una página de Internet (en un sitio institucional, centrado en torno de un problema, etc.). Tiempo estimado: 3 meses.
La cuarta etapa selecciona un tercer bloque de materiales: analizaremos, por un lado, el tráfico de teorías que se advierte en la oferta académica de las universidades nacionales a partir de un estudio de los programas de cátedra de ¨Teoría literaria¨ y de los cursos de postgrado propuestos en el área disciplinar. Por el otro, analizaremos los problemas propuestos como ejes en los congresos de la especialidad así como los problemas planteados para los espacios centrales de dichos congresos (conferencias plenarias, paneles, etc. –incluimos aquí también los textos presentados en dichos espacios-). Esta decisión se sustenta en una hipótesis: entendemos que estos documentos nos permitirán detectar qué teorías se intenta colocar en el centro de la agenda de la teoría desde distintos espacios institucionales. Tiempo estimado: 3 meses.
La quinta etapa selecciona un cuarto bloque de materiales: analizaremos tesis de postgrado y presentaciones de ponencias en congresos ubicadas en espacios no centrales (es decir, no consideraremos las conferencias plenarias, paneles, etc.). Esta decisión se sustenta en una hipótesis: entendemos que estos textos nos permitirán precisar qué teorías atraviesan la producción del campo, cuáles ingresan con más fuerza, cuáles se desplazan, cuáles son los vaivenes que provocan las ¨modas académicas¨, etc. Tiempo estimado: 3 meses.
La sexta etapa es de articulación y síntesis. Se focalizará en la puesta en cruce de las conclusiones parciales intentando dar una respuesta a algunas preguntas básicas: ¿cuáles fueron las teorías que se importaron en el período recortado que discuten el proyecto estructuralista? ¿cuáles fueron los canales y los modos de su incorporación y discusión? ¿cuáles fueron los problemas teórico-epistemológicos que este nuevo flujo de discursos encontró y produjo en la comunidad académica? Se reserva para esta etapa la construcción de un balance de la investigación que permita analizar los logros obtenidos y los obstáculos y dificultades. Tiempo estimado: 3 meses).
Cabe destacar que se planifica la realización de cursos de postdoctorado que permitan la discusión de los avances de las hipótesis parciales así como la comunicación de las síntesis parciales (en congresos y revistas de la especialidad).

4) FACTIBILIDAD
El lugar de trabajo cuenta con la infraestructura adecuada para la investigación. Si bien deberán hacerse rastreos bibliográficos importantes, la obtención de la beca permitiría realizar viajes para consultas en bibliotecas de otros centros de investigación así como la adquisición del material faltante vía Internet. El acceso a conexión con banda ancha permite además optimizar intercambios con otros centros de investigación a bajo costo. Finalmente, la realización de dos investigaciones previas sobre temas conexos (Tesis de Maestría, Tesis Doctoral) y el trabajo como Profesor Adjunto a cargo de ¨Teoría Literaria I¨ en una universidad nacional (FHUC-UNL) suponen el acopio de una importante cantidad de materiales actualizados.

NOTAS
[1] En la selección de estos años se combinan factores sociales, políticos, económicos, etc., que atraviesan el tejido sociocultural y, por lo tanto, influyen en el problema de transculturación de teorías que proyectamos estudiar: Sarlo y Puiggrós coinciden en situar en el golpe militar de Onganía de 1966 la interrupción de un proceso de renovación teórica y pedagógica de ciertas universidades nacionales (Sarlo, 2001: 70; Puiggrós, 2003: 153-154); los años 1973-1974 también son leídos como la cumbre de un momento de discusión universitaria que no volverá a aparecer sino hasta el fin de la dictadura militar en 1983 (Sarlo, 2001: 76); en 1995 se promulga la Ley de Educación Superior (24.521/95) introduciendo en la lógica de producción de la universidad los enclaves neoliberales (Puiggrós, 2003; 189-190); el año 2000 bien puede señalarse como la cumbre del período de furor importacionista avalado por un sistema de cambio favorable que fomentaba el consumo de textos y revistas especializadas producidas en el extranjero así como la instalación de líneas editoriales en el país; proceso que se detiene con la crisis de diciembre de 2001, provocando ciertos replanteos en la lógica de producción del campo intelectual en su conjunto. Entendemos que estos diferentes acontecimientos políticos, jurídicos, económicos, etc. constituyen puntos de inflexión para la investigación del problema que planteamos dado el impacto que tienen en diferentes ángulos del circuito de circulación de teorías. Se advertirá que al señalar estos acontecimientos, según los casos, elegimos rastrear un lapso anterior o posterior al mismo en función de los datos que esperamos obtener.
[2] Título: Análisis teórico–epistemológico de las articulaciones y desarticulaciones entre la teoría literaria y las propuestas curriculares y editoriales para la EGB3. Implicancias para la enseñanza de la literatura. Directora: Dra. Romano Sued; Co-directora: Dra. Gonzalo; Tribunal de la defensa: Panesi (UBA), Celman (UNER), González (UNL). Año: 2001.
[3] Título: De la resistencia a la teoría a una teoría de la lectura. El impacto de Derrida en la construcción de un nuevo canon crítico para las obras literarias; FFYH, UNC; Directora: Dra. Arán (UNC); Comisión asesora: Dra. Gonzalo (UNL); Dra. Barei (UNC). Presentación: abril, 2005.
[4] Seleccionamos siete universidades nacionales tomando en consideración su papel en la configuración del campo de la teoría y la crítica literarias en el país: la UBA y la UNC por su tradición institucional, la UNLPl y la UNR por su lugar en la instalación de ciertos eventos importantes en la comunidad académica nacional centrada en los estudios de la teoría y la crítica literarias, la UNMdPl por su reciente emergencia en la producción de ¨eventos¨ académicos en el campo, la UNMisiones, y la UNCuyo por su ubicación en una ¨zona de margen¨ desde la cual entendemos es posible leer ciertos cruces o migraciones teóricas de interés para el análisis de los tráficos teóricos dado que en cada una de ellas es posible advertir marcas singulares que cuestionan el lugar desplazado que ocuparían por su ubicación geográfica. Para el rastreo de los datos requeridos será de suma importancia la consulta de los archivos institucionales; no obstante cabe aclarar que en varios casos, dichos archivos están disponibles en Internet (por ejemplo, programas de cátedra de algunas universidades, al menos desde el año 2000 en adelante; ofertas de cursos de postgrado, etc.).
[5] Un dato interesante para el análisis es observar en qué años se crean estos espacios curriculares en las universidades nacionales seleccionadas, en qué año se empiezan a organizar los primeros congresos internacionales o jornadas para grupos de investigación del área de ¨Teoría y crítica literaria¨, en qué año se crean las primeras revistas académicas especializadas, centros de estudios, etc.

Publicado por Lucas Berone.

viernes, 3 de julio de 2009

Consigna de trabajo

Chicos, por razones de fuerza mayor no nos encontramos, pero los plazos se acortan y deben seguir con el trabajo de investigación propuesto desde el ECO, para ello les colgué un enlace con la página del gobierno de Santa Fe para que puedan indagar los datos estadísticos de la provincia (busquen en el Departamento las Colonias la localidad de San Carlos) y algunos ejemplos de trabajos presentados en la Universidad del Litoral de estudiantes de Historia para que vean algunos ejemplos que les ayuden a construir el marco teórico que deben entregar por grupo.
Además, les dejo en Secretaría otro apunte sobre los pasos de investigación por si quieren consultarlo.
Por si necesitan más tiempo, extendimos la fecha de entrega hasta el viernes 17 de Julio.
Cuando tengan terminado el marco envíennos por correo electrónico a Lucas y a mí los trabajos completos: Problemática, Objetivos y Marco Teórico o Estado de la cuestión. Recuerden que los dos primeros son individuales y el tercero es grupal.
Cualquier problema nos mantenemos en contacto vía mail. Saludos y felices vacaciones...

Algunos ejemplos para tener en cuenta

Aca les cuelgo algunos ejemplos de proyectos de tesis presentados por alumnos del profesorado de historia de la UNL, para que tengan referencias, y vean que no hay una sola manera, a la hora de construir el estado de la cuestión (o marco teórico) de sus proyectos:

UNIVERSIDAD NACIONAL DEL LITORAL
FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS

LICENCIATURA EN HISTORIA
PLAN DE TESINA


3. PLAN DE LA TESINA


3.1. TEMA:


El Instituto de Cinematografía de la UNL como nodo donde transitan la cultura y la política santafesina (1958 – 1976).

3.2 OBJETO DE ESTUDIO:
La propuesta de análisis de esta institución educativa universitaria plantea entenderla tal como si fuese un “nodo”, que en palabras de Lynch (Lynch: 1966): "son los puntos estratégicos de una ciudad a los que puede ingresar un observador y constituyen los focos intensivos de los que parte o a los que se encamina. Pueden ser ante todo confluencias, sitios de una ruptura en el transporte, un cruce o una convergencia de sendas, momentos de paso de una estructura a otra. O bien los nodos pueden ser, sencillamente, concentraciones cuya importancia se debe a que son la condensación de determinado uso o carácter físico, como una esquina donde se reúne la gente o una plaza cercana”. Transfigurando este concepto proveniente de los estudios sobre urbanismo, planteo que al Instituto de Cinematografía [en adelante IC] hay que aprehenderlo como una organización que articula trabajosamente un proyecto formativo y un proyecto estético-político, continuando preceptos de la institución donde se aloja y generando a plazo los suyos propios. Uno de los interrogantes mayúsculos es de qué manera se puede explicar el ingreso del cine como objeto de estudio en el nivel universitario, y más precisamente en la UNL, y cómo esa emergencia está condicionada por el contexto socio-cultural santafesino donde toma forma y la “importación” de experiencias extranjeras.
El IC, signado en su origen por figuras de peso, se conforma en base a una plataforma que se sobreimprime en todo el desenvolvimiento histórico posterior de la organización[1]. De tal manera que las prácticas y discursos fundantes “crean escuela”[2]. Con el transcurrir del tiempo, los agentes van conquistando atributos de institucionalidad, dotando a la institución de un mecanismo de reproducción interna y conformando su propia cultura institucional. De tal manera acrecientan de manera paulatina la capacidad de autodeterminarse en cuanto a sus tareas de docencia, investigación y extensión, que son las tres funciones claves con las que se organizan las prácticas y representaciones en las organizaciones universitarias. Esta progresiva autodeterminación es posible porque durante la institucionalización se va generando condiciones propicias, a saber: una burocratización peculiar, la profesionalización de la actividad académica y la diversificación del proyecto formativo fundante (sin desvirtuarlo totalmente) con base en la literatura. Las desinencias de un proyecto formativo centrado en el saber – hacer - haciendo – cine, que entretanto crea redes institucionales y discursivas específicas, completan la autodeterminación (de la institución y de sus agentes) cuando la asunción de una identidad particular y distinta, “ser cineasta” como modus vivendi, corola el proceso. Hacer cine y ser cineasta dejarán de ser equivalentes, y en el mismo movimiento iterativo el cine en la universidad dejará de referirse a otro campo de problemas más que al de sí mismo, refigurándose las relaciones entre pensamiento crítico y práctica política.
Los encastres que resultan de esas relaciones, que pendulan entre la autonomía relativa de las opciones culturales respecto de las políticas hasta la totalización hegemónica de éstas últimas, se explican en gran parte al ubicar al IC en el contexto sociohistórico nacional, revelador de un sistema político “semi-democrático” (Cavarozzi: 1997), y por el contexto universitario que va desde una “universidad posperonista” (Buchbinder: 2005) a una “universidad militante” (Medina Echavarría: 1967). Ambos órdenes de problemas, sin embargo, están filtrados por la lógica interna de la institución que analizo, que no es ajena al país pero lo vive a su manera. Estos encastres, a su vez, permitirán encontrar algunas explicaciones a la manifiesta persistencia de algunos debates y las precipitaciones institucionales que el mismo es capaz de orientar hasta la actualidad. Sobre este último aspecto las hipótesis no podrán ser más que someros y (aún más) errantes intentos explicativos, orientadas sobre todo a demostrar que el IC es actualmente una tradición en disputa, en el más lato sentido williamsiano.
Retomando, la autodeterminación antedicha es, desde luego, por la sola dependencia de la UNL, relativa. Esta situación, asimismo, favorece particulares posicionamientos respecto del mercado cinematográfico, donde veo socavarse progresivamente la finalidad educativa de las producciones, que es la red discursiva que legitima a la disciplina en su ingreso a la Universidad. El sinuoso camino que recorre la edificación de esta autodeterminación, es igual de complejo que el de su erosión, cuando la institución vuelve a quedar “a la intemperie”, o más cercana al centro neurálgico del ejercicio de poder oficial en la Universidad, como en sus inicios. Con la diferencia de que cuando antes éste había cooperado para poner en marcha la experiencia, ahora viene a desmantelarla gradualmente. La pérdida de autodeterminación institucional, por otra parte, va a contramano de la situación de los agentes, en proceso de radicalización política y activación social. En estas condiciones, donde la clave está en la figura del “interventor” -externo a la institución, no formado y acreditado en ella y por tanto ilegítimo-, la autodeterminación es patente por contraposición, por la implosión del andamiaje institucional conseguido que la hacía posible. De esto da cuenta lo que denominaré la “Huelga del ‘70”.
Este itinerario que recorre la institución observada desde su interior (es decir, con sus agentes), inter-actando con su exterior a través de fronteras difusas, es el objeto formal de la investigación, al que abordaré tomando una pequeña variedad de objetos instrumentales: los documentos administrativos, académicos y de gestión del IC; los filmes o documentos pedagógicos; documentos periodísticos de la prensa local y nacional; así como relatos escritos en diferentes momentos históricos y entrevistas actuales (2005/2006) donde indago acerca de un debate sostenido por los agentes institucionales, que lleva el nombre equívoco de “birristas vs. anti -birristas” (Sarlo: 1998).
En resumidas cuentas, el objeto de estudio es la configuración organizativa y la institucionalización (Guy Peters: 2003) del IC, atendiendo a las dimensiones formativa, estética y política desde tres entradas diferentes que llevan a un mismo lugar (nodo): la dinámica institucional propiamente dicha; las realizaciones fílmicas como testigos del grado de autodeterminación alcanzada así como de la configuración de grupos de intereses y afinidades; y el debate entre estos mismos grupos, donde la que está puesto en discusión es la misma autodeterminación, o para decirlo en otros términos, la autonomía relativa del arte respecto de las demás esferas con las que subdividimos “lo real”.



3.3. OBJETIVOS PERSEGUIDOS:

- Indagar acerca de la conformación de un conjunto de reglas, valores y rutinas que sostienen a una institución que hecha raíces en la UNL, y explicar los efectos concomitantes de esta dependencia.
- Comprender el “mito Birri”, las razones por las cuales la rica historia de una institución pudo ser ceñida en sinécdoques tales como “el proyecto Birri” o “la Escuela de Birri”. Postular, previo Estado del Arte, que es posible ahondar en la indagación de la realidad histórica a partir de la construcción de fuentes ad hoc y la revalorización de otros soportes de información qua documentos/monumentos históricos (filmes, fotografías, documentos administrativos, etcétera).
- Desde una perspectiva extra-céntrica que considere las particularidades de los conflictos simbólicos, sus transcursos-decursos-quiebres, comprender la forma en que una institución periférica, en una provincia periférica, conquista un lugar en la agenda internacional de cine; y esa visibilidad rinde provechos al interior de la UNL.
- Postular al IC como observatorio de la ciudad de santa fe. Potenciar, de esta manera, su cualidad de archivo de la cultura santafesina, que reviste al ofrecer un registro del proceso de modernización urbana de la ciudad de Santa Fe.
- Delinear la composición y comprender la dinámica de los imaginarios sociales santafesinos que conviven/sobreviven en esta institución particular, concebida como laboratorio de ideas que sedimenta distintos órdenes de inteligibilidad (internacional, interregional, nacional, local e institucional).
- Describir, analizar y reflexionar un contrapunto a la escisión (históricamente constituida) entre la figura del intelectual y la del artista.
- Entrometerse en las problemáticas de la investigación histórica de las ideas y el arte: como problema histórico, analítico, e historiográfico y sociológico.
- Encontrar las claves que expliquen la vigencia del debate originado en el seno del IC, que continúa abierto y cuya existencia parece insalvable.
- Reforzar la importancia de conformar un archivo público, en constante vinculación con archivos privados, promoviendo la implicación del ciudadano como agente artífice del patrimonio histórico, generando una puesta en valor colectiva de la memoria social.

3.3. FUNDAMENTOS METODOLÓGICOS DEL PLAN

Esta investigación se ciñe a la consideración del cine santafesino fronteras adentro del IC, sin olvidar las proyecciones externas de la experiencia formativa y estético-política. El abordaje del objeto se realiza, por su misma naturaleza diversa, en un espacio de conjunción de disciplinas y metodologías. Microsociología, Análisis Crítico del Discurso, Semiótica del texto fílmico, Sociología del Cine e Historia de las Ideas son parcelas de disciplinas con objetos y metodologías un tanto disímiles. El trabajo en los bordes disciplinares obliga una utilización reflexiva de cada metodología aplicada, que desde su especificidad permite problematizar diferentes aspectos del objeto formal, con una “mirada estrábica”. Esta reflexión metodológica in acto consiste en estar alerta acerca de las (in)compatibilidades de las matrices filosóficas y teóricas que se intersecan en un abordaje pluridisciplinar. El abordaje narrativo de las prácticas sociales es lo suficientemente hegemónico como para permitir una transversalidad analítica con pretensiones de cientificidad. Entendiendo que las prácticas discursivas producen semiosis en contexto, instala la problemática de interpretar las puestas en sentido en sus distintos soportes (entrevistas, filmes, textos académicos, textos de divulgación, prensa, etcétera) articuladas con prácticas sociales en un organizador simbólico (IC).
Una dificultad metodológica de peso que aviene cuando se quiere comprender a las prácticas y representaciones sociales en el marco de un organizador simbólico, es establecer los límites del mismo. Durante el proceso heurístico he advertido núcleos problemáticos que se delinean caprichosamente como exógenos al IC, pero que sin embargo lo trasvasan, llegando a condicionarlo y hasta tal vez determinarlo. La visibilidad interna (acreditación y legitimidad disciplinar al interior de la UNL) y externa (status alcanzado en el campo del cine nacional, regional o internacional) de la institución por momentos deshace las fronteras al quedar mutuamente implicadas, demostrando una vez más que la topología de una institución es escarpada, y casi nunca se acota al espacio social que recorta la organización. Lo que puede o no formar parte del objeto formal de esta investigación está alojado también en el habla de los agentes institucionales y eso complica establecer una distinción clara entre un afuera y un adentro de la agenda de problemas, debido además a que la universidad argentina fue proclive a la intervención sustantiva de poderes externos a ella que suspendieron su autonomía y alteraron sus “lógicas de lo adecuado” (Guy Peters: 2003). La institucionalidad de una organización presupone agentes, pero puede transitoriamente prescindir de la voluntad de éstos para reproducirse; este es un problema caro a la epistemología de las Historia, preocupada por justipreciar las responsabilidades colectivas o individuales en la explicación de los fenómenos sociohistóricos.
El “interior” de la organización se entiende, como anticipaba, como el nodo donde confluyen dos proyectos. Considero la formalización de un proyecto formativo en tanto y en cuanto se consuma, con mayor o menor grado de formalidad, un “currículum”. Por tal concepto entiendo, en palabras de Alicia de Alba (De Alba: 1995), “a la síntesis de elementos culturales (conocimientos, valores, costumbres, creencias, hábitos) que conforman una propuesta político-educativa pensada e impulsada por diversos grupos y sectores sociales cuyos intereses son diversos y contradictorios, aunque algunos tiendan a ser dominantes o hegemónicos, y otros tiendan a oponerse y resistirse a tal dominación o hegemonía. Síntesis a la cual se arriba a través de diversos mecanismos de negociación e imposición social”. Vale aclarar que currículum es una categoría analítica que debe ser puesta en funcionamiento observando su aspectos estructural-formales y procesal-prácticos, precisando entonces de otras fuentes. Por otra parte, con respecto al proyecto estético-político, lo entiendo como un grupo de decisiones que dan cuenta de la cuádruple dimensión de la identidad del arte: documento privilegiado para una hermenéutica de la realidad histórica; espacio de reflexión predefinido por una fuerte especificidad; instrumento para catalizar la transformación de la realidad presente; y patrimonio antropológico susceptible de una redistribución, tanto en su producción como en su recepción.
No pretendo considerar a la cinematografía local como objeto, viéndola interactuar con cinematografías de otras latitudes, en un “campo cinematográfico” más vasto que las solas realizaciones fílmicas. Y esto básicamente por tres motivos: 1-Porque la filmografía de la ciudad de Santa Fe no se circunscribe a la producida en el IC, y entonces sería una visión reductiva del objeto; 2- Porque entiendo que tratándose de filmes que revisten el carácter de documentos pedagógicos, es decir, que certifican saberes adquiridos en una institución abocada a la enseñanza en la disciplina, el análisis que propongo es el paso necesariamente previo para comprender el perfil de la Escuela Documental en su aporte al Nuevo Cine Latinoamericano; y 3- Porque descreo de que la variable espacial sea decisiva a la hora de explicar la diversidad de las producciones fílmicas. Más bien, pretendo demostrar que estos filmes pueden ser vistos como artefactos “actantes” (Greimas: 1984) en el análisis de las formas en que los grupos que existen al interior de la institución se constituyen como tales. Explicar la manera en que construyen su identidad, se simbolizan a sí mismos, pasando de ser “gente que hace cine” a ser “cineastas” de pleno derecho, que defienden su profesión. Transición esta que supone una representación (en el sentido de delegación pero también de teatro) en la que se conjuga la creatividad situada con discursos preconstituidos y formas específicas de acción colectiva.
Esta visión está cercana a los planteos de la sociología del cine, que propone analizar el fenómeno de la realización cinematográfica en la secuencia producción – distribución – consumo. Según cómo se resuelvan y concatenen estas esferas, el margen de autodeterminación de la institución y de los agentes institucionales varía. El mismo margen es revisto desde otro entramado categorial propio de los abordajes del texto fílmico desde una perspectiva semiótica, atendiendo las dos vertientes narratológicas que estudian este tipo de texto: la narratología modal y la narratología temática. Con este utillaje, respondiendo a la concepción del film como documento pedagógico en el interior del IC, esta investigación postula que la “productividad” de las realizaciones fílmicas está en haber generado comunidad de realizadores, en el ser artefactos identitarios que simbolizan a un grupo, lo distinguen y demarcan. Esta cualidad debe ser indagada en los dos terrenos del contenido y la forma, del enunciado y del régimen de enunciación fílmica, problematizando la noción de autoría en relación con el efecto de corpus de la verosimilitud (Metz: 1967), condicionante eficaz en tanto el film es la certificación de un saber para esta organización educativa que está creando Escuela.
A su vez, los filmes como producto artístico que son contienen reflexiones acerca de la realidad que constituyen discursivamente, con las particularidades del cine como sistema de producción significante. El documental como “discurso sobre lo real”, generado en la UNL, pone a consideración de su público una hermenéutica del proceso sociohistórico en el que es actante y también “monumento” (Le Goff: 1991). Tal doble condición es la depositaria de su importancia como puerta de acceso para indagar, entre otras cosas, las diferentes formas en que se tematiza la relación Universidad-Sociedad, como una pieza más entre la pluralidad de motivos que dan forma a “lo político” (Bhabha: 1994 y Verón: 1987) en la Universidad. Este tópico, por su parte, queda expuesto también en las producciones de la Editorial del IC, analizadas con acuerdo a la propuesta analítica de la Escuela de Lancaster, que entiende a los textos como resultado de prácticas discursivas qua prácticas sociales. Las funciones identitaria, relacional, ideacional y textual del discurso (Fairclough: 1993) son categorías clave para entender la conquista de institucionalidad del IC en interacción con otras organizaciones universitarias y extra universitarias de la sociedad civil, la visibilidad que construye en/con su entorno.
La visibilidad del IC es dinámicamente reformulada considerando aquello que los agentes institucionales edifican para la institución que habitan en interacción con la devolución que reciben del entorno social (reconocimiento, impugnación, aprobación, cuestionamiento, etcétera). En esa ida y vuelta en que el IC se pone socialmente a prueba, los valores, reglas y rutinas de la institución son históricamente modificados. La “lógica de lo adecuado”, entonces, no se encuentra sólo en los documentos administrativos que regulan el funcionamiento institucional, sino también en las declaraciones que hacen los agentes interpretando las reglas y valores de la institución y sus propias prácticas. Declaraciones que siempre buscan compatibilizar lo que se explica o argumenta con las funciones o fines de la Universidad, es decir, con la elaboración más sinóptica de su institucionalidad. En este mismo sentido, son importantes las entrevistas, porque los entrevistados constituyen su discurso siempre como una réplica donde revisan significados contextuales y situados, interrelacionando memorias privadas y públicas, experiencias pasadas y situaciones presentes, representaciones del pasado y del presente. En el permanente contrapunto, además, las entrevistas son insumos importantes para reconstruir redes de relaciones entre los agentes institucionales (como las fichas técnicas de los filmes), filiaciones que se sustancian en “gustos” -literarios, cinematográficos, hábitos y trayectorias de vida - compartidos.
La información contenida en las fuentes disponibles, que podrían reseñarse en gradiente de “oficialidad”, permite sostener un “justo medio” entre los opuestos del dilema típico de las ciencias sociales: el objeto y el sujeto. Los documentos administrativos y las entrevistas, extremos de ese grado en declive de oficialidad, deben ser interpelados en orden al dilema. La interpretación que puede hacerse cruzando fuentes de tan diversa naturaleza, para ser rigurosa, debe implementar una batería de recaudos metodológicos específicos según cada serie documental, bosquejando la memoria del orden constituyente del “orden de la memoria” que cada sociedad histórica confiere a sus archivos (Le Goff: 1991). De manera tal que el documento histórico no es sino un signo en contexto o co-textos del pasado. Interpretar esos signos, recalco, interpela metodologías diversas y vigilancia epistemológica.

3.4 ESTADO DE LA CUESTIÓN
El análisis propuesto tiene, entre otras, una dificultad particular. Los análisis que le sirven de antecedentes han sido realizados por los hoy ex – agentes institucionales, razón por la cual quedan, a mi criterio, en la telaraña de discursos que se disputan la tradición del IC. En ninguno de estos análisis está explícito el marco teórico y metodológico, porque la mayoría de ellos no pretenden ser discursos historiográficos. Por el contrario, el contenido y el continente de estos discursos se circunscriben en la figura del autor, que pasa por ser la fuente de autoridad absoluta de su palabra. Exentos así de rigurosidad científica, tienen no obstante inestimable valor como fuentes históricas para reconstruir el debate al que hice referencia arriba.
El IC es un objeto “residual” (Williams: 1980) reinscrito en nítidas tradiciones selectivas donde el pasado es capaz de configurar un presente y resultar entonces poderosamente operativo en el proceso de identificación e identificación cultural y social. El IC sigue funcionando, aunque de distinta manera, como organizador simbólico, siendo esa continuidad fructífera porque hace del objeto un locus del debate público, pero cada vez más exclusivo, por falta de un discurso tangencial a la disputa.
El debate es, al mismo tiempo, una forma de acceder al objeto de conocimiento y la manifestación actual de su cognoscibilidad. Tiene la cualidad sustantiva de ser un residuo actualizable de las diferentes maneras en que se articuló el pensamiento crítico y la práctica política (Sarlo: 2003) en el IC, sirviendo hoy a otros fines. Para comprender la constitución discursiva de “lo político” en este espacio de posiciones, la propuesta de Bhaba es ajustada: “El lenguaje de la crítica es efectivo no porque mantenga siempre separados los términos del amo y el esclavo, el mercantilista y el marxista [la política como “batalla de ideas” preconstituidas], sino en la medida que supera las bases ya dadas de la oposición y abre un espacio de traducción: un lugar de hibridismo, hablando figuradamente, donde la construcción del objeto político que es nuevo, ni el uno ni el otro, aliena apropiadamente nuestras expectativas políticas, y cambia, como debe, las formas mismas de nuestro reconocimiento del momento de lo político” (Bhabha: 1994).
Conviviendo con la sombra de ese debate se lleva a cabo esta pesquisa.


VA OTRO...

.Itinerarios de un proceso de institucionalización de la sociología en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional del Litoral.-

. Introducción: Inicios e ingresos de la sociología.-

Dentro de la literatura sociológica hay un cierto consenso sobre las condiciones que se dieron en la Europa industrial para el surgimiento de la sociología. Ésta, en tanto disciplina gradualmente diferenciada, aparece en algunos países de Europa en el siglo XIX. Sus inicios se encuentran casi siempre anudados a una necesidad de comprender y dar respuestas a los cambios producidos por la industrialización y las reconfiguraciones que comienzan a operar en las sociedades en las que la industrialización se consolida y reproduce.[1]
Dentro de la literatura específica de Argentina, Carlos Altamirano señala que esta particular forma en progresiva constitución de observar lo social fue introducida tempranamente en Argentina. Siguiendo al autor se puede decir que la apertura para la “ciencia social” –un homónimo de sociología en el contexto- se dio a fines del siglo XIX, particularmente visible en la última década. Estos “(...) modos de descripción e interpretación del mundo social que llamamos sociológicos no fueron el producto de una reflexión endógena, y no podría hablarse del surgimiento, sino más bien del ingreso, la adopción y, eventualmente, la adaptación de esas formas todavía nuevas del discurso sobre la vida social. (...)”[2]
Desde las primeras etapas, la sociología tuvo como espacios de desarrollo privilegiados a las universidades argentinas, de las cuales formo parte a través de los planes de estudio. Salvo la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) de la UBA, en los demás casos se trató de facultades de derecho (Córdoba, La Plata y la misma UBA).
Claro que sería muy difícil sostener que se había constituido ya en un saber específico, o sea diferenciado del conjunto más amplio, tanto por un método, un objeto, y unos agentes que puedan denominarse -debido a su actividad intelectual fundamental y a un reconocimiento- sociólogos. En definitiva, puede decirse que no había una estructura diferencial estructurante de prácticas y representaciones específicas.
Sus primeros docentes, incluso hasta avanzado el siglo XX, fueron principalmente abogados que hacían de las cátedras de sociología una actividad intelectual, a veces subsidiaria o exploratoria. Carlos Altamirano califica como elite intelectual al grupo de hombres que en cierta medida introdujo y adaptó las nuevas disciplinas de lo social en esta primera época. A pesar de los orígenes sociales como también generacionales disímiles, lo que los unía a todos en un mismo grupo era la posibilidad -escasa en la época- de poseer un “capital cultural”, un particular conjunto de destrezas y saberes de orden simbólico[3]. El capital cultural -en tanto bien adquirido y reconocido- le permite a esta elite intelectual impartir con exclusividad, desde las aulas universitarias, el nuevo conocimiento de la ciencia social.
Así, gradualmente, se irán construyendo los espacios que configurarán una nueva instancia de autoridad cultural, depositadas ya éstas en una acreditación formal en manos de la institución universitaria, antes que en las varias fuentes de reputación intelectual propias de las elites antecesoras de la década del ochenta.
El proceso modernizador propio de la época comenzaba a operar sobre las acreditaciones de los “saberes”; Diego Pereyra refleja este proceso a través de los cambios que se están produciendo en el ámbito universitario, ejemplificado en una polémica de 1908 entre Ernesto Quesada (titular de Sociología en la FFyL desde 1904) y el Partido Socialista, representado por la figura de Juan B. Justo. Las lecturas del marxismo de uno y de otro muestran las crecientes diferencias y la puja entre “(…) una apropiación del discurso científico de Marx y las posibilidades de su aplicación práctica.”[4] Esta disputa ya manifestaba las fuentes de la nueva instancia de autoridad cultural, siguiendo a Pereyra, “(…) la apropiación legítima de la cientificidad del discurso marxista y el papel de la universidad en el debate sobre la cuestión social.”[5]
Progresivamente se instituye, con los vaivenes propios de las instituciones y de los distintos entrecruzamientos de procesos[6], lo que en un contexto posterior se denominará la “sociología de cátedra”[7]. Por supuesto que estos espacios no eran necesariamente “autónomos”, ni tampoco se dieron en sentido lineal o abarcativos. Como expone Alejandro Blanco, recurriendo a una cita de Alfredo Poviña, al aproximarse a la década del cuarenta la sociología ya tiene un carácter marcadamente universitario, si bien, esa “tradición de la sociología universitaria” es aún “algo dispersa y fragmentaria”[8].


1. Planteo del problema: Sociología en la modernidad aldeana santafesina.-

En Santa Fe, en consonancia con el grueso de las universidades, la primera cátedra de Sociología de la que se tiene data fue creada en la Facultad de Derecho de la vieja Universidad provincial de Santa Fe.
La ciudad de Santa Fe se encontraba en las primeras décadas del siglo XX, al igual que Buenos Aires y Rosario, en “(…) una renovación urbana que la aleja de la ciudad aldeana, aunque a diferencia de aquéllas no lo suficiente como para alterar radicalmente los rasgos de la vida cotidiana.”[9] La modernización santafesina de la época se caracteriza, en forma más apropiada, como una modernidad aldeana que atraviesa todo el espacio social, y que impacta en la constitución misma del espacio universitario. Es en este contexto que se plantea la introducción y una posterior adaptación de la sociología en el espacio universitario local.
La fecha de creación de la cátedra aún no conseguí precisarla, aunque en un breve recorrido que hace Francisco Ayala (titular en 1941) sobre la historia de la cátedra en Santa Fe, menciona que “su primer titular fue nombrado profesor en 1914”[10], en mención a Gustavo Martínez Zuviría.
En los algunos números consultados del Boletín de la Universidad provincial de Santa Fe, la cátedra figura ya en el plan de estudio de 1913[11], como materia del primer año de la carrera de derecho. Por otro lado, su supuesto primer titular Gustavo Martínez Zuviría, escribe en 1911 en dicho Boletín “Las bases de la Sociología”,[12] dando lugar a la conjetura de que la cátedra podría haber existido desde antes.
Como otro antecedente, se puede mencionar que en diciembre de 1910 fue nombrado suplente (denominación del cargo de profesor adjunto) de Sociología Luciano Molinas. En este cargo permanece hasta 1916, titularizando en reemplazo de Eugenio Puccio.[13]
Si bien los datos son escasos, se puede reconstruir el trayecto de la cátedra en función del espacio social más amplio. De hecho, para 1916 Martínez Zuviría, en carácter de diputado nacional, presenta un proyecto de ley ante la correspondiente cámara del Congreso de la Nación, en el que pide mejorar la situación referente a los títulos que expide la universidad provincial, otorgándole validez nacional[14]. El mencionado Puccio probablemente ocupó provisoriamente la titularidad en reemplazo del ahora diputado.
Es en el último periodo de la Universidad provincial de Santa Fe que Luciano Molinas se desempeña como titular. A esta función renunciará en 1919, cuando una protesta de los estudiantes santafesinos que tuvo lugar en mayo de 1919 -meses antes de la creación de la UNL-, exigió la renuncia del rector y todo el plantel docente universitario y una reorganización acorde a los “tiempos reformistas” que corrían[15].
Si bien el interventor designado por el Poder Ejecutivo para la reorganización, José Araya, le oferta una vez más la titularidad de la cátedra a Molinas, éste vuelve a presentar en octubre del mismo año la renuncia agradeciéndole la posibilidad[16].
Durante la transición de la universidad provincial a la nacional la cátedra es asumida, provisoriamente, a mediados de 1920 por Saúl Taborda[17], hasta que a fines del mismo año es nombrado en la titularidad José Oliva[18].
Con la reinstitucionalización de la Facultad de Derecho (ahora Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales) debido a la creación de la Universidad Nacional del Litoral[19], la cátedra sufrió modificaciones dentro de la unidad académica al ser trasladada en el nuevo Plan de Estudio desde el curso de grado (Abogacía) a la instancia de “posgrado” (Doctorado en ciencias jurídicas y sociales).
Por otro lado, a diferencia de sus anteriores titulares, José Oliva representa un perfil diferente, con características tal vez más similares al grupo que Altamirano denomina elite intelectual –si bien se trata de otro espacio temporal, atravesado ya por el “reformismo”-.
La formación de Oliva no es abogacía, sino que viene de humanidades, licenciado en filosofía y letras[20]. En sus escritos aparece una intención “desinteresada” del conocimiento, contrapuesta al profesionalismo; un conocimiento que trata de cimentarse académicamente y, a su vez, crítico con una formación sólo “profesional”: “(…) la nueva Universidad obliga a la investigación y al estudio de las ciencias que aparentemente no producen lucro, pero que son necesarias al bien social. Digo aparentemente, pues el saber, siendo el que determina la actividad, determinará también la del profesional; y un profesional del derecho será mejor, si es buen sociólogo, pues el derecho es un producto y un factor psico-sociológico; (…) Es necesario así para formar buenos abogados y buenos jueces dirigir de una vez el estudio y su enseñanza del jus hacia las fuentes sociológicas que son fuentes reales, y abandonar los viejos ídolos jurídicos, falsos aunque brillantes, en cuyo templo sólo la rutina nos ha podido mantener.”[21]
La contraposición más clara surge de la comparación de José Oliva con Gustavo Martínez Zuviría. Este último, antes que en los espacios “académicos”, basaba su fuente de “prestigio intelectual” en su dedicación a la literatura (reconocido bajo el seudónimo de Hugo Wast), en el periodismo (incluso fue director del diario local Nueva Época), fuentes que cruzaba a la vez con el campo político. Tal vez sea un buen ejemplo de la modernidad aldeana santafesina, que amortiguaba los impactos del proceso de modernización.
En todos los años que Oliva está al frente de sociología se configura una imagen acabada de lo que sería la “sociología de cátedra”. Su fuerte creencia en una “ciencia pura” antes que empírica, que se concentra en una concepción “culturalista”, con aproximaciones a la vida social desde una “comprensión intuitiva”[22]: “En fin, se trataba de una concepción más doctrinaria que empírica y más orientada hacia la enseñanza que la investigación.”[23]
La retirada de José Oliva en abril de 1940 luego de veinte años al frente de la cátedra, debido a su jubilación, muestra también, en cierta forma, “(…) una carrera académica que había funcionado con un grado elevado de previsibilidad desde la reforma del 18.”[24] Previsibilidad que, además, da cuenta de los niveles de institucionalidad que había logrado construir la UNL en sus primeras dos décadas de existencia[25].
Dada la vacancia dejada por el titular, queda en el cargo interinamente el designado profesor adjunto José María Rosa, hasta que el Consejo Directivo de la FCJS lo releva con un “profesor contratado”, el español Francisco Ayala[26].
En el primer número editado del Boletín del Instituto de Sociología[27]de la UBA, el nuevo profesor de sociología publicaba un breve estado sobre la cátedra de la FCJS de la UNL. Luego que hacía un escueto repaso casi genealógico de dicha materia dentro de la carrera, Ayala se dedicaba a exponer los puntos centrales que trataría su proyecto de programa.
Comenzaba por reconocer la situación particular de la sociología en Argentina: “(...) es cierto que la Sociología cuenta ya entre nosotros con una cierta tradición académica. Pero si ha sido incluida en los planes de estudios de las Universidades y se la cultiva como rama de la enseñanza, su cultivo científico no es aún lo bastante vigoroso y coherente para imponer una determinada sistemática a los programas escolares, como sería el caso si existiera en el país una verdadera escuela sociológica con carácter unitario a la manera de lo que ha sido un tiempo en Francia la escuela de Durkheim.”[28] Por esto, se hacía necesario informar a los estudiantes sobre la historia y el estado de “las especulaciones sociológicas de tono y estructura científica”, para ofrecer un panorama general del desarrollo y las problemáticas de la disciplina.
Además, Ayala introducía cuestiones relativas al método y al objeto, luego examinaba los conceptos fundamentales del momento, y, concluía con una última sección referida a “Perspectivas de una Sociología argentina”: “El sentido de la Sociología, reconocido casi sin excepción desde su fundador, es el de servir para la vida humana al establecer las condiciones objetivas de la realidad social. Todo esfuerzo científico debe tomar como base y como meta a un tiempo mismo la realidad inmediata del medio dentro del cual se cumple. Si hay que aspirar a que los alumnos del Doctorado se consagren, tras la colación del grado, a la investigación científica, ésta habrá de edificarse, por lo que se refiere a los futuros especialistas en Sociología, sobre los datos del propio país, con vista a sus problemas y mediante el empleo de métodos y técnicas adecuados a ellos.”[29]
Ayala tenía perfectamente en claro que en esta materia, al formar parte del plan estudio del doctorado en ciencias jurídicas y sociales, no bastaba con las simples exposiciones de los contenidos catedráticos, sino que era sumamente necesario que los estudiantes de su clase se acercaran a la investigación.
El decano Augusto Morisot no sólo presentó al nuevo titular como docente al momento de la toma del cargo, sino que anunció, además, que éste se dedicaría a “la investigación científica”. Ayala consideraba que la investigación era un momento fundamental, en tanto que se podían adquirir técnicas y habilitaba “a la tarea científica entendida como creación”. Éste abre el juego dentro de la cátedra habilitando un “cursillo de investigación”, en el que participan “además de alumnos regulares inscriptos, un grupo de doctores y egresados interesados en el tema”. La temática propuesta era el concepto de Nación.
Para diciembre de 1941 un trabajo colectivo es publicado en la revista Universidad bajo el título “El concepto sociológico de Nación”. Si bien, aparece con la sola autoría del titular de sociología, en la introducción éste expone la dinámica que tuvo el trabajo y sus fundamentos[30]. Aclarando, también, que esta publicación no es más que los primeros resultados obtenidos en tan escaso tiempo, a modo de “(...) preparar el camino mediante una tarea crítica, la aprontación de algunos conceptos instrumentales y el acopio de materiales susceptibles de ulterior elaboración.”[31]
Luego de su introducción presenta los nombres de todos los participantes junto a las cuestiones particulares que abordaron -algunas de las cuales ya podían anticiparse en la publicación-. La lista se repartía de la siguiente manera:
“Crítica usuales a los conceptos de Nación, Marta E. Samatán.
Elaboración conceptual previa, Ángela Romera.
La formación histórica de las naciones: Francia, Carlos R. Soriano; Inglaterra, José Luis Correa Iturraspe; España, Raúl V. Samatán; Italia, Adolfo Villanueva; Alemania, Eugenio Wade.
La Economía en la formación de las naciones, M. Urbano Samatán.
La tensión de Nación y Estado, Julio César Gaviola.
El principio de las nacionalidades, Pedro V. Vallejos.
Nación y comunidad de cultura, Domingo López Cuesta.
Crisis del concepto de Nación, Italo Luder.”[32]
Desde el principio Ayala favorece a la constitución de un grupo de investigación, de hecho algunos de los nombres comienzan a reiterarse en las páginas de las revistas de la universidad, e incluso en otros espacios. Tal es el caso de Marta E. Samatán: entre 1939 y 1946 la revista Universidad publica treinta y cinco comentarios bibliográficos con su firma en la sección Bibliografía; también publica en la revista Cursos y Conferencias un artículo referido a pedagogía. Ángela Romera Vera: de 1941 a 1946 editan diecisiete comentarios bibliográficos con su nombre en Universidad; en la misma revista aparecen dos artículos, en 1945 y 1946 respectivamente; en los dos primeros números del Boletín del Instituto de Sociología de la UBA publican tres comentarios bibliográficos a su cargo. Pedro V. Vallejos: entre 1941 y 1946 hay algunos comentarios bibliográficos en la Revista de la FCJS. Italo Luder: entre 1942 y 1946 aparecen cinco comentarios bibliográficos en Universidad; en la misma revista publica un articulo en 1945; en la Revista de la FCJS edita dos artículos, en 1944 y 1945 respectivamente.[33]
Del resto del grupo aún no he encontrado datos, exceptuando los casos de Carlos R. Soriano (Docente titular de Derecho Penal de Notariado) y Domingo López Cuesta (cuyos escritos aparecen en el siguiente período).
Lo particular de esta experiencia radica en las redes nacionales en las que ya se encontraba inserto Francisco Ayala, así como el temprano interés creado por la cátedra –capaz de aglutinar a un conjunto de agentes en función de intereses aparentemente comunes o, al menos, próximos-.[34]
Aquí parece pertinente destacar, por un lado, dos dimensiones: la local y la nacional. Con respecto a la primera, se puede argumentar que Ayala se instala sobre un “interés” previo, generado, tal vez, en el período precedente, en el que José Oliva estaba a cargo de la cátedra; aunque hasta aquí no había existido una posibilidad de aglutinar ese interés en función de la materia. También se cree necesario destacar que la posible vinculación de Ayala con la UNL, puede darse a través de Ángela Romera Vera.[35]
Mientras que, a nivel nacional, la temprana vinculación de Ayala con el Colegio Libre de Estudios Superiores, así como de otros ámbitos intelectuales en la intensa vida cultural de Buenos Aires[36], lo lleva a tomar contacto con un grupo amplio de la intelectualidad nacional y, también, (quizás relacionado a aquel) con el Instituto de Sociología de la FFyL de la UBA. Ayala, paralelamente, en esos años dirigió la primera colección de sociología que se editó en el país, la Biblioteca de Sociología de editorial Losada (llamada por esa época “la editorial de los exiliados”), introduciendo libros y autores señeros en la temática.
Por otro lado, y estrechamente vinculado a este último punto, la experiencia de la cátedra santafesina no muestra otra cosa que el cambio que se estaba produciendo a nivel nacional en la Sociología, como lo plantea Alejandro Blanco: “esa tradición de la sociología universitaria argentina experimentaba a partir de los años cuarenta un importante proceso de institucionalización.”[37] El autor realiza esta argumentación en relación a la creación del Instituto de Sociología (FFyL, UBA), del Boletín de Sociología del mismo instituto, de experiencias semejantes en Tucumán, de la misma colección de la Biblioteca de Sociología; vislumbrando indicadores institucionales de la constitución de un espacio recortado del resto de las disciplinas y, a su vez, reconocido por el resto como tal[38]. En este marco más amplio, quizás se pueda integrar y comprender el caso santafesino en su singularidad.
El corte que significará para la universidad su intervención en 1943, como así también el peronismo, marca la ruptura y el sinceramiento del grupo. Ayala luego de dos años no renueva su contrato, en parte, tal vez, por las presiones del profesor adjunto José M. Rosa –que con la titularidad de Ayala había retornado a su anterior cargo-, que exige el concurso de la cátedra[39], al tiempo que el resto del grupo se disgrega. A ciertos integrantes no se los logra ubicar, después, en el ámbito universitario[40]; otros vuelven en 1955 con exclusividad sobre el dictado de materias afines a sus profesiones[41]; mientras que, los que continúan, son aquellos más asociados políticamente en el peronismo[42].
La cátedra queda a cargo de José M. Rosa, quien en 1947 opta definitivamente por la Universidad Nacional de la Plata, donde ya venía trabajando. Quedando, así, a finales de ese año al frente de la cátedra Agustín Zapata Gollán[43], hasta octubre de 1955 que presenta su renuncia[44].
Quienes persisten en una afinidad con la sociología son Marta Samatán, que define su interés en relación a la pedagogía, y Ángela Romera Vera, que quedará al frente de la cátedra de sociología en el periodo posperonista.
Es en esta instancia que creo importante detenerme en la investigación. En un transcurso temporal que casi coincide con el trazado por Beatriz Sarlo en La batalla de las ideas 1943-1973, me interesa desplegar un recorrido que trate de reconstruir los itinerarios del proceso de institucionalización de la Sociología -cuyos pasos en la primera mitad del siglo se ha dado cuenta en parte aquí-.
Es a lo largo de la etapa peronista, y en particular en el período posterior a 1955, cuando la Universidad vive un proceso de reinstitucionalización que en el contexto nacional se traduce en una consolidación disciplinar de la Sociología. En esos años posteriores a la caída del peronismo hasta los principios de la década del setenta, Marta Samatán y Angela Romera Vera tendrán un rol protagónico –como ya mencioné anteriormente, ambas inician su recorrido en el espacio académico en la primera etapa de institucionalización de la sociología a comienzos de los cuarenta-.
En el curso actual de esta indagación, creo que las líneas de continuidad entre el pre y el pos peronismo no resultan sencillas de establecer. Es posible que la inexistencia de espacios alternativos a la universidad en Santa Fe durante el peronismo, como sí los hubo en otros lugares, que supieron funcionar de aglutinantes y contención de una red de intelectuales -que en el grueso había quedado fuera de la universidad- no permitieron continuar y traducir las líneas que empezaron a generarse a principios de los cuarenta. Por otro lado, luego del peronismo, tanto los agentes como el mismo espacio universitario se configurarían en un contexto totalmente diferente.


2. Objetivos


2.1. General

-Reconstruir analíticamente un proceso de institucionalización de la sociología en Santa Fe, dentro de la Universidad Nacional del Litoral, en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, desde los inicios de la década del cuarenta a los principios de la década del setenta.


2.2. Específicos

- Indagar sobre las constituciones de espacios de producción específicos de la sociología en el ámbito mencionado.
- Analizar los factores y grados de institucionalización de la sociología en la FCJS.
- Reconstruir las trayectorias académicas de los agentes relacionados a la sociología en la FCJS.
- Observar las dependencias del proceso de institucionalización en relación al espacio social más amplio.
- Contribuir al desarrollo de nuevas perspectivas historiográficas en general y sobre la UNL en particular.


3. Hipótesis

Las líneas de avances presentadas, desde un escueto estado de la cuestión, sobre investigaciones en el campo de las ciencias sociales, muestran muchas posibilidades para el desarrollo de la temática.
En consideración de lo expuesto, la hipótesis general a seguir plantea que a pesar de aparentes avances hacia mayores grados de institucionalización, en un proceso de largo alcance la sociología no logra constituirse en un espacio diferenciado del derecho en la FCJS debido a las modificaciones de los planes de estudio y los contextos particulares en que esta experiencia se inscribe.


4. Construcciones del objeto

Considerando todo lo expuesto, se ha privilegiado, antes que una indagación expositiva y exhaustiva, la interlocución con diferentes producciones a modo de ver un breve estado de la cuestión y simultáneamente dar lugar a la progresiva construcción de un objeto y avanzar en los desarrollos y aperturas de éste.
También, dentro de las perspectivas se comienza a elegir la construcción desde elementos variados, tanto de historia cultural en sentido amplio, la historia de la universidad -como pequeño deslinde que comienza a percibirse-, y otros elementos deudores de diferentes líneas (algunas ramas de la sociología, historia de las ideas, etc.).
Siguiendo a Dominick LaCapra, la historia siempre esta en tránsito -aún cuando en algunos períodos, lugares o profesiones alcance por momentos una relativa estabilidad-, el sentido de la historicidad es su condición transitoria. Lo mismo es aplicable para las disciplinas que estudian la historia, dado que las autodefiniciones y fronteras jamás son fijas, ni adquieren una identidad indiscutible.[45] Esto puede relacionarse con el planteo de Carlos Altamirano, quien indica refiriéndose a la historia intelectual que antes que una disciplina específica, aquella es un campo de estudios fronterizo de la historiografía. Los diferentes entrecruzamientos se fortalecen ya que, siguiendo al autor, el “límite” es traspasado para reforzar las perspectivas en una mixtura de disciplinas.[46]
En estrecha vinculación, Martín Jay plantea que las interacciones entre la disciplina presente y el pasado abordado constituyen un campo de fuerza, ya que el pasado no está allí para ser descubierto, ni está aquí para ser inventado. Tal interacción, continuando con Jay, no es armoniosa, ni dialógica, sino que exige que el historiador este dispuesto a intervenir, tanto destructiva como constructivamente, para hacer estallar en pedazos el saber recibido y así reconfigurar de maneras novedosas los escombros resultantes.
Para Jay, la historia intelectual, en tanto disciplina fronteriza, puede entenderse como el producto de un campo de fuerza de impulsos diferentes -que con frecuencia están en conflicto y que la atraen hacia un lado o hacia otro, planteando más interrogantes de los que esta puede responder-. Entonces, continuando con el autor, antes que situarse como el observador distante de un campo cultural o discursivo, el estudioso de la historia intelectual debe conceptualizar su propio punto de vista ventajoso como un campo en juego.[47]
Considerando un marco de reflexión del quehacer, consciente de su condición transitoria así como de sus posibilidades de hibridez, se puede decir que la historiografía puede presentarse como una operación de conocimiento.[48] Por lo tanto, es necesario precisar algunas categorías centrales que dan cuenta del tipo de operación que se lleva a cabo.[49]
El trabajo trata de indagar en su primer momento, la existencia de una tradición de larga data universitaria de la sociología en Santa Fe (siempre recortando en el ámbito de la FCJS). Esta tradición, como ha señalado para otros ámbitos Alejandro Blanco, había construido un tipo específico de “sociología de cátedra”. A su vez, a esta especificidad se añaden las particularidades del contexto santafesino; para una aprehensión y comprensión más ajustada de dicho ámbito -en que la sociología es introducida y adaptada- recurro a la categorización ya presentada de modernidad aldeana.
Como lo explicita Darío Macor, la categoría se articula a partir de lo trazado por Beatriz Sarlo para la modernización cosmopolita de Buenos Aires;[50] en el particular mundo urbano de Santa Fe es propicio hablar de modernidad aldeana. Si bien esta categoría está trabajada operativamente para el contexto político-social, creo que es fundamental para comprender la temprana implantación, y, sobre todo, el desarrollo que la tradición de la sociología de cátedra va construyendo en la primera mitad del siglo XX.
Al mismo tiempo, la modernidad aldeana permite articular dos dimensiones que, según Chartier, son indisociables: “(…) la diferencia por la cual todas las sociedades tienen, en figuras variables, separado de lo cotidiano, un dominio particular de la actividad humana, y las dependencias que inscriben, de múltiples maneras, la invención estética e intelectual en sus condiciones de posibilidad.”[51] Ambas dimensiones, articuladas a través de la categoría, plantean una entrada viable para la interpretación de los itinerarios en los que la Sociología se desarrolló en Santa Fe. A su vez, sirven como resguardo de implicancias metodológicas, en función de no perder de vista las condiciones y condicionantes que posibilitan u obturan, dejando marcas en los desarrollos de los espacios particulares[52].
Por otro lado, los marcos a escala regional integrados y comprendidos en su singularidad con los nacionales, posibilitan por sí mismos una lectura densa y no reduccionista sólo a lo local.
Por último, es preciso avanzar en torno a posibles definiciones de institucionalidad. Retomando a Blanco, quien plantea, a partir de una extensa caracterización tomada de Edward Shils y Stephen Cole, que para la institucionalización de una disciplina es necesario un diverso conjunto de elementos y factores centrados, en líneas generales, en la construcción un “saber específico”, o sea diferenciado del conjunto más amplio de saberes, tanto por un método, un objeto, y unos agentes que puedan denominarse -debido a su actividad intelectual fundamental y a un reconocimiento- sociólogos. En definitiva, una estructura diferencial estructurante de prácticas y representaciones específicas[53].
El mismo Blanco replantea los diversos factores necesarios para la plena institucionalización de una disciplina; si se piensa desde esa caracterización sólo se puede decir que la sociología fue institucionalizada en la Argentina hacia 1957, cuando se constituye el Departamento y la carrera de sociología en la UBA. Pero, “(…) la institucionalización de una empresa intelectual es siempre, de hecho, una cuestión de grado, el examen de la sociología en la Argentina amerita una consideración más cautelosa, en principio porque la evidencia empírica disponible revela que durante la primera mitad de la década del 40 algunos de los indicadores de la existencia de una disciplina ya están presentes.”[54]
En concordancia a lo expuesto, creo necesario agregar, para complementar, dos modos distintos, pero yuxtapuestos : 1) la articulación histórica de instancias diferenciadas (sin perder de vista las dependencias), cada una con sus especificidades y propiedades, que da lugar a la emergencia de una singularidad histórica a la cual preceden y subyacen; y, 2) la constitución de representaciones que instaura un “origen” percibido como un “mandato” de lo-que-debe-ser la institución; de este modo, se abre una tensión entre lo instituido (lo-que-es la institución, lo dado concretamente en su historia), y lo instituyente (lo-que podría-ser la institución, sus potencialidades y posibles reformulaciones).[55]
El encuadre metodológico se ira recortando por las posibilidades y los desarrollos que se vayan concretando, así como por el tipo de fuentes seleccionadas[56]. Para lo cual se trabajara inicialmente dos dimensiones, una que opere en la lógica de la búsqueda, lectura y ordenamiento tanto de fuentes como de bibliografía pertinente, y otra que construya progresivamente un relato informando de los avances. Las estrategias privilegiadas para el análisis, por el corte del trabajo, son de tipo cualitativas.


[1] Véase: Robert Nisbet, La formación del pensamiento sociológico, Ed. Amorrortu, Bs As., 1996. Anthony Giddens, El capitalismo y la moderna teoría social, Ed. Labor, Barcelona, 1994. Raymond Aron, Las etapas del pensamiento sociológico, Buenos Aires, Fausto, 1996.
[2] Como existencia incipiente se puede mencionar la primera asignatura de sociología (bajo el nombre aún de Ciencia Social) abierta en 1896, en la recientemente creada Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, a cargo de Antonio Dellepiane. Carlos Altamirano, “Entre el naturalismo y la psicología: el comienzo de la ‘ciencia social’ en la Argentina.”, en F. Neiburg y M. Plotkin (Comp.), Intelectuales y expertos. La constitución del conocimiento social en la Argentina, Buenos Aires, Paidós, 2004. PP. 31-33.
[3] Idem, PP. 34-35.
[4] Diego Pereyra, “Fantasmas, fanáticos e iluminados en la Universidad de Buenos Aires. Reformismo, socialismo y política en el debate sobre el marxismo en las clases de sociología durante la primera década del siglo.”, en Estudios Sociales, Revista Universitaria Semestral, Año IX, N° 16, Santa Fe, UNL, 1999. P. 48.
[5] Idem, P. 51.
[6] La compleja densidad deviene de la amalgama de dimensiones diversas, tales como la reforma universitaria, las oblicuas lecturas y prácticas que se hacen de aquella, las intervenciones estatales, los ritmos institucionales internos, la crisis del liberalismo, las rupturas del positivismo, entre otras.
[7] Denominación propia de mediados del siglo XX, usada frecuentemente en forma dicotómica en contraposición a la “sociología científica”, de la cual Gino Germani sería su más alto representante. Cfr: Alejandro Blanco, “La sociología: una profesión en disputa.”, en F. Neiburg y M. Plotkin (comp.), Intelectuales y expertos... Op. Cit.
[8] Alejandro Blanco, Gino Germani: la renovación intelectual de la sociología (Selección y estudio preliminar de A. Blanco), Bs As, UNQ, 2006. PP. 11 y 12.
[9] Darío Macor, “Reforma política, reforma del Estado. La ciudad de Santa Fe en los años veinte y treinta. Espacios de constitución de lo político.”, en F. Devoto y M. Ferrari (Comp.), La construcción de las democracias rioplatenses: proyectos institucionales y prácticas políticas, 1900-1930, Buenos Aires, UNMdelPL-Biblos, 1994. P. 224. Si bien en el artículo el concepto es utilizado para trabajar el sistema político en relación a la sociedad, aquí creo pertinente su uso en función del espacio universitario.
[10] Boletín del Instituto de Sociología, Número 1, Buenos Aires, FFyL, UBA, 1942. P. 261.
[11] Boletín de la Universidad de Santa Fe, Tomo VII, Santa Fe, 1914. Es importante destacar que no se pudieron localizar todos los números de estos boletines, debido a lo cual la información que se encontró al momento es fragmentaria.
[12]Boletín de la Universidad de Santa Fe, Tomo IV, Santa Fe, 1911.
[13] Carpeta Docente de Luciano Molinas, Archivo de Personal Docente, FCJS, UNL.
[14] Desde 1913 a 1919, como parte del proceso de nacionalización de la universidad provincial, se suceden una vertiginosa presentación de proyectos ante el Congreso de la Nación así como también como de “pedidos” y “apoyos” para la creación de una universidad nacional. Entre los proyectos se cuentan aquellos que argumentan sobre la nacionalización de la vieja facultad de derecho de la Universidad provincial de Santa Fe, la anexión de la misma a una universidad en Rosario, la creación de una universidad interprovincial, entre estas presentaciones se enmarca el proyecto de Martínez Zuviría, quien ocupaba una banca en el Congreso a través del Partido Demócrata Progresista. Véase: Bertero, E. L.; Escobar, L. A. y Salomón, P. S., “Estado y Universidad: la UNL entre 1919 y 1936.”, en FHuC, UNL, III Congreso de Problemáticas Sociales Contemporáneas, Santa Fe, 15 al 17 de octubre de 2006.
[15] Los estudiantes en asamblea solicitaron al Poder Ejecutivo Provincial, de quién dependía la Universidad al momento, el nombramiento de un representante que tuviera a su cargo la reorganización. Posteriormente, tanto el rector como los profesores presentaron su renuncia. El Gobernador Lehmann aceptó la renuncia al tiempo que adoptaba los estatutos reformistas de la UBA y nombraba un interventor, con el objeto de reorganizar y elegir autoridades. Esto fue visto con beneplácito entre los estudiantes y reconocido por el congreso nacional de la FUA como un triunfo reformista local. Véase: Bertero, E. L.; Escobar, L. A. y Salomón, P. S., “Estado... Op. Cit.
[16] Carpeta Docente de Luciano Molinas, Archivo de Personal Docente, FCJS, UNL.
[17] Abogado cordobés, que se desempeñó activamente en la Reforma Universitaria del ’18, escritor de numerosos textos de corte literario, político, filosófico y pedagógico. Entre otros espacios de los que formó parte, se pueden mencionar los cargos como profesor de derecho, en Universidad de la Plata y Santa Fe, además, fue Rector de la del Colegio Universitario Nacional de La Plata y del Instituto Pedagógico Anexo de la Escuela Normal Superior de Córdoba. Para mayor información véase: Nelly Filippa, “La tensión entre política, ciencia y educación en el ideario de Saúl Taborda.”, en H. Biagini y A. Roig (Dir.), El pensamiento alternativo en la Argentina del siglo XX. Tomo II. Obrerismo, vanguardia, justicia social (1930 – 1960), Buenos Aires, Biblos, 2006.
[18] Carpeta Docente de José Oliva, Archivo de Personal Docente, FCJS, UNL.
[19] Luego de debatir algunos puntos y el nombre de la universidad, se sanciona en Cámara de Diputados de la Nación el despacho, aprobando el nombre de UNL. Posteriormente es enviado a la Cámara de Senadores en septiembre, finalmente, se sanciona la ley de creación el 17 de octubre de 1919 bajo el número 10861. Quedando conformada finalmente, en Santa Fe el Rectorado, la Facultad Ciencias Jurídicas y Sociales y la Facultad de Química Industrial y Agrícola; en Rosario la Facultad de Medicina, la de Ciencias Comerciales y Económicas y la de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales; en Paraná (Entre Ríos) la Facultad de Ciencias Económicas y Educacionales y en Corrientes la Facultad de Agricultura, Ganadería e Industrias a fines. El 18 de abril de 1922 el Ministro de Justicia e Instrucción Pública José Salinas se traslada a Santa Fe para la inauguración oficial de la universidad, haciendo entrega de la misma a las autoridades. Véase: Bertero, E. L.; Escobar, L. A. y Salomón, P. S., “Estado... Op. Cit.
[20] Carpeta Docente de José Oliva, Archivo de Personal Docente, FCJS, UNL.
[21] Revista de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, Año 1, N° 2-3, Santa Fe, FCJS, UNL, Diciembre 1922 - Mayo 1923. P. 46.
[22] En la primer clase de 1922 publicada en la Revista de la FCJS, Oliva hace una exposición general de su programa, desde lo que es la sociología, hasta las problemáticas que aborda y su función en la sociedad. La sociología era una “nueva disciplina (…) con pretensiones de ser el coronamiento de todos los conocimientos humanos (…)”, ya que desde los tiempos de Comte se impone la “(…) necesidad de una disciplina sobre la sociedad, a fin de tener ella un conocimiento positivo que fuera al mismo tiempo un factor consciente y científico en la renovación y dirección social (…)”. “Prever es su finalidad; para lo cual es necesario descubrir relaciones de antecedente y consiguiente, de causa y efecto entre los sucesos sociales. (…) esta finalidad no impide que la Sociología sea una ciencia pura. Ella debe serlo, antes de constituir una ciencia práctica y aplicada.” Revista de la Facultad de Ciencias…Op. Cit. PP. 35-38.
[23] Alejandro Blanco, Gino Germani: la renovación intelectual...Op. Cit. P. 13.
[24] Buchbinder, Pablo, Historia de las universidades argentinas, Buenos Aires, Sudamericana, 2005. P. 151.
[25]En este período la universidad transita un sinuoso camino de institucionalización, que tendrá como punto de culminación el restablecimiento de las reglas de sucesión y la sanción de sus propios estatutos recién en 1936, objetivo perseguido desde la Ley de Creación en 1919. Bertero, E. L.; Escobar, L. A. y Salomón, P. S., “Universidad y Política. La UNL entre 1928 y 1936.”, en FHuC, UNL, II Congreso Regional de Historia e Historiografía, Santa Fe, 3 al 4 de Mayo de 2007.
[26] Español doctorado en Derecho en la Universidad de Madrid, entre sus estudios se cuentan Filosofía y Letras en Madrid, Filosofía Política y Sociología General en Alemania entre 1929-31. Desde 1933 hasta 1936 enseño como catedrático de Sociología y Ciencias Políticas en la Universidad de Madrid, en donde fue discípulo de Adolfo Posada. En 1932 fue nombrado Letrado Asesor de la Cámara de Diputados de Madrid, en 1934 se desempeñó como titular de derecho político en la Universidad de Lagunas. En el comienzo de la Guerra Civil se encuentra dando conferencias en Latinoamérica, y durante la misma ejerce como funcionario del Ministerio de Estado. Al caer la República se exilia en Argentina, donde pasa diez años. El trece de agosto de 1941 Ayala dicta su primera clase en la FCJS. Dicha clase inaugural fue presidida por el decano Augusto Morisot, quien mencionó en su discurso: “La Facultad se honra incorporando a su seno, en carácter de profesor contratado, al Dr. Francisco Ayala, quien tendrá a su cargo el dictado de la cátedra de Sociología y se dedicará, además, a la investigación científica.” Esta clase fue publicada en forma resumida en la revista de la facultad. Francisco Ayala, “Sentido actual de la Sociología.”, en Revista de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, Número 33-34, Año IV, Tercera Época, Santa Fe, FCJS, UNL, 1941. PP. 5-6.
[27] Instituto de la FFyL de la UBA fundado en 1940 por Ricardo Levene. Si bien su creación fue dispuesta a finales de la década del veinte, el alejamiento de Levene en 1930 hizo que se retrasara. Este proyecto pretendía nuclear todas las cátedras universitarias de Sociología del país para impulsar intercambios e investigaciones, pensando en contribuir a la creación de un Instituto Internacional de Sociología en América. De 1941 a 1947 se editaron, desde el Instituto, cinco números del Boletín con informes de investigaciones y actividades, artículos, comentarios bibliográficos de novedades y afines y actas de sus reuniones. Véase: Federico Neiburg, Los intelectuales y la invención del peronismo. Estudios de antropología social y cultural, Buenos Aires, Alianza, 1998. PP. 186-188.
[28] Boletín del Instituto de Sociología, Número 1... Op. Cit. P. 262.
[29] Ídem, P. 263. Nótese que en la cita Ayala no habla, como lo hacia Oliva, en relación a la sociología como una materia que contribuiría a la formación de “buenos abogados y buenos jueces”, sino que su discurso pone fuerte énfasis en “los futuros especialistas en Sociología”, a pesar que esta en frente a un curso de derecho.
[30] “(...) a fin de establecer la indispensable unidad y dar a la obra de colaboración la congruencia necesaria para que no sea una mera recopilación de monografías, coincidentes tan solo en el propósito inicial, los resultados individuales deberán comunicarse constantemente al grupo de investigación, donde serán criticados y confrontados unos con otros. Al término de esta tarea podrá realizarse, con sus frutos, la redacción de un trabajo en conjunto.” Francisco Ayala, “El concepto sociológico de Nación.”, en Revista Universidad, Número 9, Santa Fe, UNL, 1941. P. 188.
[31] Ídem, P. 196.
[32] Ídem, PP. 196-197.
[33] Cabe aclarar que es necesario volver a revisar para precisar algunos datos, sobre todo los relativos a la Revista de FCJS (ya que pueden faltar). En esta primera aproximación solo se registró títulos y nombres de la bibliografía comentada, así como los títulos de los artículos.
[34] La incorporación de Ayala, en su condición de republicano exiliado, así como de otros destacados profesores, cabe aclarar, se relaciona con un contexto caracterizado por “(…) una tensión permanente entre los sectores más autoritarios e intolerantes y la dirigencia reformista de la Universidad, que procuraba mantener el clima de pluralismo en las instituciones académicas.” Pablo Buchbinder, Historia de las… Op. Cit. P. 136.
[35] Romera Vera si bien nació en Argentina, tempranamente (a los cuatro años) sus padres vuelven a España. Allí creció y estudio, egresando como maestra (Escuela Normal de Loria) y licenciada en derecho en la Universidad de Madrid, espacio donde Francisco Ayala ejercía como catedrático. Cuando se desata la Guerra Civil, vuelve a Argentina, revalidando su título en la UNL y doctorándose en derecho a principios de los cuarenta. La buena relación que Romera Vera establece con el rector Josué Gollán y el grupo que se consolida con el estatuto del ‘36, más la vinculación que tanto Gollán, como Romera Vera, tienen con el Colegio Libre de Estudios Superiores (Gollán preside la sede del Colegio en Santa Fe), todo hace suponer el entramado de la vinculación. Los vínculos casi se confirman si se tiene en cuenta que en el Boletín del Instituto de Sociología de la UBA la única miembro del grupo santafesino que publica es Ángela Romera Vera.
[36] Dora Schwarzstein menciona –recurriendo a citas del propio Francisco Ayala- estos espacios en los que los intelectuales españoles más reconocidos pudieron integrarse fácilmente. Véase, Dora Schwarzstein, Entre Franco y Perón. Memoria e identidad del exilio republicano español en Argentina, Barcelona, Crítica, 2001. P. 161.
[37] Alejandro Blanco, Razón y modernidad: Gino Germani y la sociología en la Argentina, Buenos Aires, Siglo XXI, 2006. P. 52.
[38] Véase: Ídem, PP. 52-53. Además, se cree necesario sumar dos cuestiones hasta aquí no introducidas. Por un lado, no se puede dejar de mencionar la explosión que tiene desde, aproximadamente, la década del veinte y sobre todo la década del ‘30 y ’40, el mundo editorial, y las nuevas redes que esto posibilita en el orden nacional, latinoamericano y mundial. Por otro lado, el proceso de cambios de la sociología es a nivel mundial, en el marco de los países occidentales. En el período de entreguerras y posguerra, concretamente y como consecuencia, comienzan a operar grandes modificaciones en las ciencias sociales -y en la sociología en particular-. El transito de intelectuales entre países y continentes, así como los nuevos escenarios, son fundamentales al momento de explicar el fenómeno.
[39] En 1943 Rosa asume finalmente la titularidad de la cátedra; en el expediente M-750/943, puede leerse: “Visto el decreto del Poder Ejecutivo, de fecha 27 de mayo 1943, y lo resuelto por el Honorable Consejo Superior de la Universidad Nacional del Litoral en la sesión del 26 de junio de 1943, el Decano de la Facultad resuelve: Art. 1. Póngase interinamente el curso de Sociología a cargo del Profesor Adjunto Dr. José María Rosa (hijo). Art. 2. Comuníquese, hágase saber al Sr. Profesor Contratado Dr. Francisco Ayala, y dese cuenta al Honorable Consejo Directivo. Firmado: Augusto Morisot (Decano).” Archivo de Mesa de Entrada de la FCJS, UNL.
[40] Es el caso de Carlos R. Soriano, José Luis Correa Iturraspe, Raúl V. Samatán, Eugenio Wade, M. Urbano Samatán y Julio Cesar Gaviola.
[41] Domingo López Cuesta de 1939 a 1946 se había desenvuelto como Auxiliar técnico del Instituto de Derecho Civil. En noviembre de 1955, el Delegado Interventor Domingo Buonocuore por Resolución N° 6700 resuelve proponerlo al Interventor de la UNL para la designación de profesor adjunto interino de Filosofía del Derecho; titulariza una comisión en 1956. Carpeta Docente de Domingo López Cuesta, Archivo de Personal Docente, FCJS, UNL.
[42] Es el caso de Adolfo Villanueva, quien en 1947 es nombrado Encargado Interino de Seminario; Con anterioridad se había desenvuelto desde 1942 como adscrito en jefe de Seminario. Ya para 1948 es Jefe Interino de Seminario, en 1952 es Jefe de Investigación del Instituto de Derecho Civil, secretario de la Revista de la FCJS y Adjunto de Derecho Civil II. En marzo de 1956 Buonocuore, por Resolución N° 6939, propone al Interventor el cese de funciones a Villanueva; a los días éste presenta la renuncia a todos los cargos. Otro caso es el de Pedro Vallejos, quien en 1944 era profesor adjunto de Historia de las Instituciones Políticas, para 1947 a 1955 es Director del Seminario, presenta la renuncia en 1955. Carpeta Docente de Adolfo Villanueva y Pedro V. Vallejos, Archivo de Personal Docente, FCJS, UNL.
[43] Quien queda como profesor adjunto de sociología en 1947 es Ítalo Luder; desde antes venía trabajando en el Instituto de Enseñanza Práctica (desde 1938 como auxiliar y desde 1947 como jefe). Pero en el mismo camino que Rosa, presenta su renuncia al cargo en 1951, debido a que ya venía desempeñándose desde 1948 en la cátedra de Sociología de la Facultad de Humanidades en la UN de La Plata, como profesor adjunto; además estaba trabajando para la Fiscalía de Estado de la Provincia de Buenos Aires. Carpeta Docente de Ítalo Luder, Archivo de Personal Docente, FCJS, UNL.
[44] Cabe destacar que para 1950 por Resolución N° 2689 del Consejo Directivo de la FCJS, la cátedra de Sociología junto a otras materias que figuraban al momento como asignaturas del “posgrado” de Doctorado en ciencias jurídicas y sociales, pasan a incluirse en la carrera de grado de abogacía. Archivo de Mesa de Entrada de la FCJS, UNL.
[45] Dominick LaCapra, Historia en tránsito. Experiencia, identidad, teoría crítica, Buenos Aires, FCE, 2006. PP. 15-16.
[46] Carlos Altamirano, Para un programa de historia intelectual y otros ensayos, Buenos Aires, Siglo XXI, 2005. P. 10.
[47] Martin Jay, Campos de fuerza. Entre la historia intelectual y la crítica cultural, Buenos Aires, Paidós, 2003. Introducción. Cabe aclarar que la metáfora, luego devenida en concepto, de “campo de fuerza”, Jay la retoma de Walter Benjamin; mientras que para el planteamiento del investigador y sus recaudos conceptuales-metodológicos son rescatados de Pierre Bourdieu. Véase: Martin Jay, “Trabajo de campo y teorización de la historia intelectual: una réplica a Fritz Ringer.”, en Prismas. Revista de historia intelectual, Año 10, Número 10, Buenos Aires, UNQ, 2006.
[48] Roger Chartier habla de la historiografía como una operación de conocimiento que trata de hacer posible la inteligibilidad del fenómeno histórico en su realidad borrada. Véase: Cap. I., en Roger Chartier, El mundo como representación. Historia cultural: entre práctica y representación, Barcelona, Gedisa, 1999.
[49] Es precisamente esta operación la que ejerce la intervención, tanto destructiva como constructiva, a la que se refiere Martín Jay.
[50] Citado y desarrollado en Darío Macor, “Reforma política, reforma del Estado... Op. Cit. PP. 224-225.
[51] Roger Chartier, El mundo como representación... Op. Cit. P. 12.
[52] Esto tiene estrecha conexión con lo planteado por Quentin Skinner para el abordaje de textos. Para el autor todos los textos son escritos en determinados contextos (que funcionan como elementos claves para su mejor entendimiento), y con ciertas intenciones (los propósitos particulares que sus autores tuvieron al producirlos). Los análisis no pueden prescindir del análisis de las circunstancias de donde surgen las ideas y doctrinas que alimentan los textos; para lo cual es necesario considerar tanto su específico significado como lo que se quiso hacer con ellos. Véase: Eduardo Rinesi, “Prólogo”, en Quentin Skinner, Lenguaje, política e historia, Buenos Aires, UNQ, 2007. PP. 9 a 18.
[53] Blanco comienza a numerar todos los factores y elementos necesarios para una institucionalización disciplinar estricta: cuando “(…) puede ser estudiada como un tema mayor más que como una materia adjunta; cuando es enseñada por profesores especializados en el tema y no por profesores que hacen de eso una tarea subsidiaria de su profesión principal; cuando existen oportunidades para la publicación en revistas especializadas antes que en revistas consagradas a otros temas; cuando hay financiamiento y provisión logística y administrativa para la investigación sociológica a través de instituciones establecidas en lugar de que esos recursos provengan del propio investigador; y cuando existen oportunidades establecidas y remuneradas para su práctica así como una ‘demanda’ relativa a los resultados de la investigación. La aparición de sociedades científicas es, igualmente, otro elemento que subyace al proceso de institucionalización de una disciplina (…). Finalmente, y en la medida en que el desarrollo de herramientas y problemas comunes es parte de un proceso de institucionalización disciplinaria, la emergencia de libros de textos es un claro indicador de ésta.” Alejandro Blanco, Razón y modernidad:… Op. Cit. P. 51.
[54] Ídem, P. 52.
[55] Esto último también funciona como recaudo metodológico, ya que luego de 1957 (con el departamento y la carrera de sociología en la UBA) se forman cánones, prácticas y representaciones específicas que establecen lecturas de lo que es y no es sociología, oscureciendo así otros posibles procesos.
[56] Lo mismo cabe aclarar por el recorte temporal, mencionado en el planteo del problema y el objetivo general, dicho recorte se ira definiendo de manera más precisa a medida que se avance con el trabajo concreto.